Interviú Today: Sergio Ramos y su hit “Cibeles”

Confiesa que barajó inicialmente titular su canción "Cibeles no conduzcas"

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El camero reveló que está trabajando en una nueva canción dedicada a la Fuente de los Ocho Caños y planea otra para La Ventosilla.

Tuve noticia de Cibeles por primera vez gracias a mi vecino paredaño: la noche anterior estuvo dando alaridos como si lo despellejasen vivo. Espoleado por unos gritos cada vez más profundos y ensordecedores, despaché lo que tenía entre manos y me dirigí rápidamente a su casa, más turbado de lo que el decoro permite; pero, ¿qué remedio me quedaba? Si peligraba su vida, ¿debía omitir mi obligación de socorrerlo y dejar inmutada la situación de riesgo en la que se hallaba, por temor a parecer un idiota ante sus torturadores? «Esto no es la muerte pelona, ni el acabose, ni el diluvio universal; es, eso sí, la hora del arrobo y de los sacrificios», pensé mientras aporreaba la puerta.

Mi vecino, José Fernández, de los Fernández de toda la vida, después de hacerme esperar lo suyo, me recibió en albornoz y con el pelo pipando.

—¿Qué quieres? —me espetó con notable disgusto—. Me estaba duchando.

—¿Estás bien? He oído unos gritos desgarradores que helaban el alma. Provenían de tu casa y me he asustado. Pensé que te estaban mortificando unos esbirros de Belcebú.

De inmediato comprendí que ninguna secta o congregación había intentado yugular a José. Abordé la cuestión desde una perspectiva algo más higiénica:

—Tengo en casa unos microenemas de acción rápida; es todo administrarlos e irse uno de vareta. Por si te vale el remedio. Como decía mi abuela: «Una ayudita siempre es buena, aunque sea por el culo». Je, je, je —le informé, guiñándole un ojo en señal de complicidad—.

José pareció sorprendido, ojiplático, como si le hablara un coleccionista de llaveros.

—Obviamente estaba cantando —me dijo con cierto desdén—. Por cierto, mis intestinos se mueven con la regularidad deseada, gracias.

—Ah, perdón —me disculpé, acharado—.

Para congraciarme con Pepe, traté de simular interés por la canción que había provocado el malentendido.

—¿Y qué cantabas con tanto ardor, si puede saberse?

Su rostro demudó de color, esta vez como si le hablara un coleccionista de dedales.

—¿De verdad que aún no has escuchado Cibeles, la canción de Sergio Ramos? Pues has de saber que desde principio de septiembre, el ínclito camero pasó a engrosar la lista de futbolistas que, con más o menos acierto, cambiaron alguna vez el balón por el micrófono: Julio Iglesias, Juan Fernando Quintero, Mendieta, Mono Burgos, Ronaldinho Gaúcho, José Manuel Pinto, Jesé Rodríguez, Maradona

En ese momento, mis cualidades de buen reportero salieron a la luz: ojos abiertos, antenas desplegadas y un poco de colmillo. Después de todo, si sabía manejarme con acierto quizá pudiera sacar provecho de esta ridícula situación.

—Oye, tú pareces estar muy al tanto de todo este asunto. ¿Te importaría hacerte pasar por Sergio Ramos para entrevistarte? Así, los lectores de Utrera Today podrían estar informados de todos los entresijos relacionados con esa canción que cantabas. Me harías un gran favor.

—Pero, ¿no se dará cuenta tu jefe?

—¡Qué va! El director de UT es un papanatas y se traga todo lo que escribo. Hasta cree que soy bueno… Je, je, je, ¡qué pardillo! Además, lo que importa no es la veracidad factual sino la resonancia emocional que tenga en los lectores la entrevista.

Aunque no muy convencido, me invitó a pasar a su casa. Me acomodó en un puff que podría haber sido utilizado por esbirros de Belcebú para hacer sufrir atrozmente a sus víctimas. Me pregunté si mi vecino se estaba vengando por haber interrumpido su sesión de canto o por mi desconocimiento del panorama musical actual.

Bien, empecemos. ¿Qué motiva a una persona rica y famosa a dar el cante?

Seguir estando en la pomada. Si no estás en la pomada, no existes. Pasas a ser un ente inexistente, como las instrucciones de los electrodomésticos, que nunca nadie lee hasta que ya es demasiado tarde

¿Hay alguna conexión entre sus vivencias en el campo de fútbol y sus desgarros vocales?

Ciertamente, mis encontronazos en el campo con Vadillo o Salah, por poner sólo dos ejemplos que me vienen ahora a la memoria, inspiraron mi forma de cantar.

Cibeles parece querer ensalzar los valores del club y la afición merengues; sin embargo, en ningún caso especifica a qué merengue se refiere, si al francés, al italiano o al suizo. ¿No cree que esto puede dar lugar a confusión o peleas intestinas entre peñas madridistas?

Cierto, quise jugar deliberadamente con esa ambigüedad. Un poco como yo hacía en el terreno de juego cuando tiraba los penaltis, que igual te tiraba un penalti francés, italiano o congoleño, según me diera el avenate. Claro, esa actitud provocaba disenso entre los aficionados.

Ya que ha hecho referencia a los electrodomésticos, ¿a qué obedece su recomendación, contraria a la de muchos, de que los principiantes canten acompañados de cualquier electrodoméstico en lugar de recurrir a la clásica ducha?

Sobra decir que con una adecuada base de ruido, hasta las voces más titubeantes podrían disimular los desvaríos de una mala entonación. La ducha ha sido, por antonomasia, la fuente de ruido doméstica más eficaz para enmascarar los errores de inflexión de los cantantes aficionados; sin embargo, no encuentro decente despilfarrar tantos litros de agua tratando de entonar infructuosamente «¿A quién le importa?» o «No puedo vivir sin ti». Yo prefiero de lejos los electrodomésticos. Actualmente, me ayudo mucho de la lavadora; me fascina el sonido que produce al centrifugar. Las de la marca Bosch, en particular, emiten un zumbido afinado en re, ideal para componer arias.

Entiendo que cada cual ha de buscar el electrodoméstico que más resalte sus cualidades canoras. ¿Qué nos podría decir de su experiencia con otros aparatos eléctricos usados en el hogar?

Experimenté y aprendí mucho durante mi etapa en el PSG: por ejemplo, el zumbido grave, constante y majestuoso de la nevera parece un bordón en do, perfecto para marcarse un dueto con un pepino. El microondas, por su parte, aporta un timbre metálico y monocorde que recuerda a un fa sostenido perpetuo. Su pitido final, agudo y triunfal, podría figurar sin complejos en la obertura de cualquier ópera contemporánea. La aspiradora es, quizá, el más ambicioso de los electrodomésticos: arranca en un re grave, trepa sin pudor hacia los agudos más estridentes y, en su crescendo inagotable, alcanza la gloria de un auténtico glissando sinfónico. Y no olvido al lavavajillas, discreto tenor de cocina, que entre burbujas y borboteos entona una sonata líquida en sol menor, tan constante que convierte cada sobremesa en un ensayo coral acuático. Por desgracia, ningún electrodoméstico consigue emitir ruido blanco. Blanco como el Real Madrid, el club de mi vida y de mi corazón, que hubiese venido muy bien a mi tema Cibeles.

¿Y con la Thermomix?

He probado con la receta de salmorejo, que me recuerda un poco al compás de bulerías, pero poco más. Ahí existe un inmenso campo donde explorar si consideramos que cada receta puede interpretarse como una partitura.

¿Considera que Cibeles es una excentricidad pasajera, o está planeando seguir desarrollando su carrera como cantante?

Mi idea es dedicar una canción a cada una de las fuentes de Madrid, salvo a la de Neptuno, evidentemente. Luego, continuaré con las fuentes de Sevilla y así hasta completar todas las fuentes de nuestro país. Si veo que se me queda corta la cosa, siempre puedo ampliar el repertorio componiendo una copla a cada uno de los búcaros y botijos de España. Fíjate si tengo recorrido por delante.

“..mi idea es dedicar una canción a las fuentes de Madrid, luego a las de Sevilla, continuar con todas las fuentes de nuestro país y pasar luego a los búcaros y botijos..”

Creo que con esto bastará para que los lectores de UT se animen a escuchar Cibeles —le dije, levantándome del puff como si hubiera recibido un tiro en la pajarilla—.

Le agradecí a mi vecino el gesto de contestar a mis preguntas y salí de su casa. La entrevista había tomado unos derroteros tan imprevistos que empecé a dudar si realmente había participado en un episodio de la serie ¿Quién es ese que está en la esquina de mi salón?. Me queda el prurito de saber si, al final, lograré darle el pego al director de UT con esta entrevista.

Seguiremos informando.

Aclaración del Sr. Director: He sido informado por recursos humanos que nos sale más caro despedir al autor del reportaje que mantenerlo en su puesto, a pesar de su evidente falta de rigor periodístico. Por otra parte es cierto que la calidad de sus escritos supera con creces a los de sus compañeros, lo que no tiene particular mérito considerando que es el único en plantilla.
Seguiremos aguantando.

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