Testigos presenciales aseguran haber visto a Corina escogiendo el tono de cal para la fachada de la residencia.
La noticia sorprendía a los medios de comunicación de toda España y parte del extranjero. El Rey Emérito Juan Carlos I decidía a última hora de esta tarde, como el que no quiere la cosa y se le ocurre irse un Lunes de barbacoa, abandonar el territorio real.
El motivo de tan repentina decisión parece estar en las crecientes noticias que lo relacionaban con algún supuesto paraíso. Hombre, si toda su vida ha sido rey, qué más paraíso quieren ustedes. Dicen las malas lenguas que algún jeque árabe tuvo a bien entregarle unas migajas como pago por servicios en defensa del empresario español, “ese gran desconocido“. Total, unos milloncejos que se iban a pudrir esperando que alguien hiciera buen uso de ellos. Ya lo decía Francis Bacon (¿o fue Oscar Mayer?): “La envidia es el gusano roedor del mérito y de la gloria“.
Ahora, forzado a abandonar palacio sin un mendigo.. digo mendrugo, que llevarse a la boca, su otrora majestad ha decidido concedernos el honor de mudarse al cercano poblado del Torbiscal para alejarse de tanta habladuría. Este poblado, que los habitantes de la Campiña suponen habitado ahora por fantasmas ofrecerá justa hospitalidad entre sus muros a uno más de sus congéneres.
Seguiremos informando.
